miércoles, 24 de septiembre de 2008

Noemi Rapone: “Las Praderas es el barrio más seguro de Campana”

[Sociedad de Fomento Barrio Las Praderas]
Lo dijo Noemí Rapone, presidenta de la sociedad de fomento de aquel barrio. Con el acompañamiento de Norma Posadas, manzanera y colaboradora en las labores de la sociedad, Rapone cuenta porqué aceptó la presidencia de la entidad y afirma que «es un orgullo todo lo que hemos logrado». Pero reconoce una deuda pendiente: «los adolescentes y los abuelos». Charla a fondo con una luchadora incansable.

¿Cómo nace su vinculación con el barrio?
Noemí: soy hija de horneros y uno reconoce su origen. Luego tuve la suerte o la desgracia de salir. Pero crié a mi hijo acá, él tomó la comunión en este lugar. Vine a vivir acá a los 18 años, cuando murió mi papá y nos quedamos con mi mamá a cargo de los hornos que él tenía, que representaban el ingreso familiar. Ella puso un almacén de ramos generales para darle de comer a los que trabajaban acá y yo salía con un camión a vender ladrillos a la calle, esa es la realidad (risas). Además, mi papá fue uno de los primeros propietarios en el barrio, tenía hornos de ladrillos, los alquilaba, era un tano muy trabajador. Después pasó el tiempo y en el ’89 fallece mi mamá y dejé un poco de lado el tema de los hornos. Me alejé un poco de Las Praderas, pero siempre mantuve la relación con todo el mundo. Y en el ’95 volví a trabajar acá y vi que se podía hacer algo por el barrio.
Su vocación por el servicio salió a la luz en ese momento.
N: me lo inculcó mi mamá: ella puso la quinta, ordenaba la vaca y alimentaba a los chicos, ayudaba al colegio… por eso cuando en el ’95 se me dio la posibilidad de venir a la sociedad de fomento no lo pensé un segundo y me instalé en la sala de primeros auxilios, donde pude ver las realidades que, si bien ya las conocía, había cosas que se me iban de las manos. Y me enganché de una manera impresionante, empecé a hacer nuevas amigas que se convirtieron posteriormente en mis colaboradoras: en todos los proyectos yo no hago nada, son ellas las que trabajan. Uno busca los medios y los pone a su disposición para que ellas pongan la cara y trabajen. Somos varios y nos organizamos. En el caso de ella -Norma Posadas- es una vocación que nació de casualidad…
Norma Posadas: empecé a trabajar en manzaneras porque quería conocer Mar del Plata, y ahora no puedo dejar de trabajar en esto. Todas las que trabajamos con Noemí mantenemos una amistad incondicional, y sabe que cuenta con nosotras en todo momento.
N: pero no solo ellas, también Domingo Villa (más conocido como ‘Tin’) vino a las 7 de la mañana a ver la máquina que va a limpiar la cancha de fútbol a pesar que está de vacaciones. Ahora con el tema de los torneos de fútbol («Pasión por Mi Barrio») los chicos están muy entusiasmados, tenemos tres equipos y él -Domingo- es uno de los entrenadores. También hay tres equipos femeninos y otros tantos que compiten en la liga.
¿Por qué aceptó la presidencia de la sociedad de fomento?
N: porque vi la posibilidad de poder acercarme y solucionar cuestiones. Había que hacer muchas cosas que sin la ayuda de la municipalidad hubiesen sido imposibles de realizar. Por otra parte, nos falta obra pública, porque todos los aportes se van en medica-mentos, alimentos, frazadas, chapas, sepelios, todas las necesidades prima-rias…
Se hace lo urgente -e importante-, pero no se llega a generar modifi-caciones trascendentes.
N: pero si no hubiese sido así, no podría haber hecho nada…porque conocer el problema -de cuestiones muy compli-cadas- y no darle solución, no sirve.
¿Nota muchos cambios a partir del trabajo desarrollado por ustedes?
N: eso debe decirlo la gente. Lo único que te puedo decir es que para mi es un orgullo todo lo que hemos logrado, es un orgullo poder contar con estas mujeres -las manzaneras- que me acompañan en todo momento y que van a seguir trabajando cuando yo no lo haga más. Aunque voy a seguir viniendo, porque tengo mis amigos acá. Pero la gente de acá tiene que hacerse cargo y llevar adelante todo lo que va a quedar armado: la escuela de adultos, para que no quede ningún analfabeto en el barrio. Van a tener computación, cursos, la biblioteca, la sala velatoria, la sala de primeros auxilios, el CEA (Centro de Estimulación Temprana), que ha sido fundamental en el barrio. Además, los que sigan trabajando deberán generar cosas nuevas, mis deudas pendientes son los adolescentes y los abuelos, habría que hacer un hogar de ancianos.
Esa gran variedad de funciones que realiza la sociedad de fomento por estos días, ¿Se fue ampliando con el correr de los años o siempre mantuvo esa postura multifa-cética?
N: uno ya no la toma como una sociedad de fomento, porque en lo que respecta a sus funciones específicas, te podría decir que asistimos al foro de seguridad hace ocho años, participamos todos los meses en las reuniones de la sociedad de fomento, asistimos cuando nos cita el municipio, etc. Esas actividades son propias de la sociedad de fomento, el resto, si bien operan desde acá porque sino las cosas no llegan, escapan a las obligaciones básicas. Acá hay cuestiones que ya deberían estar hechas, es la primera vez que tenemos un trato directo con Siderca, hay una buena relación y nos han ayudado, pero nunca fui de pedir. La imagen del barrio es otra cuestión importante, porque en un momento trascendió que habían trasladado la villa 31 acá, lo cual es totalmente falso. Acá vive gente solidaria, hay buen trato…
¿Cómo es la seguridad en el barrio?
N: puedo asegurar que hoy en día Las Praderas es el barrio más seguro de Campana. Como en todos lados hay algunos hechos de inseguridad, pero acá todavía se mantienen ciertos códigos que afuera se han perdido. Se puede convivir tranquilamente, mante-niendo el respeto por el otro y sin meterse en las cuestiones personales de cada uno. Quizás uno se puede sentar a tomar unos mates con una persona que tiene un prontuario, porque los conozco de toda la vida y sé las cuestiones por las que se han desviado, son chicos que no tuvieron contención. Es una pena, nosotros no tenemos la capacidad para brindarles un buen consejo. El que cae preso queda marginado totalmente y no tiene posibilidades de trabajo, y más acá. Generalmente deben recurrir a los hornos para poder comer. Pero esas fueron otras épocas, ahora está mejor el barrio, hay gente que sale a trabajar a otros lados.
Usted dijo que Las Praderas es el barrio más seguro. ¿También es el barrio más olvidado?
N: no podría decirlo. Lo que si puedo afirmar es que la asistencia no se ve porque todas las atenciones se diluyen, a excepción de la iluminación del callejón de ingreso, donde nunca antes habíamos tenido luz y era un lugar peligroso. Eso ha sido un comienzo respecto a la obra pública: ahora tenemos la propuesta de iluminar gran parte del barrio y el zanjeo.
Es una relación de ida y vuelta con el municipio, pero que no llega a visualizarse en la obra pública.
N: es que son pocos los que pagan los impuestos en el barrio, pero es muy grande la ayuda que recibimos en cuanto a medicamentos y necesidades primarias y urgentes. Y bienvenido sea, aunque la gente de los hornos tiene una gran dignidad: si tienen algún ladrillo para vender no te aceptan la mercadería que envía el municipio. La gente vieja del barrio tiene una gran nobleza.
¿Es una tarea simple ayudar en el barrio?
N: es fácil en el sentido de conseguir las cosas, pero es muy complicado llegar a la gente.
Y lo dice usted, que conoce muy bien a la gente del barrio…
N: también te lo puede decir Norma (Posadas) que trabaja todos los viernes con más de 70 familias, que algunas no vienen en el horario correspon-diente y después te reclaman la mercadería un domingo a las dos de la tarde… hay una desubicación enorme de parte de algunos.
N.P: con algunos es simple, pero con los nuevos no tanto.
N: algunos están mal enseñados y a veces no te respetan.
¿Hoy en día cuál es la mayor urgencia en cuanto a infraestruc-tura?
N: el agua, el zanjeo y las calles. Cuando terminen los hornos, hemos propuesto a los dueños de las cavas, que son terrenos inutilizados, que nos cedan los terrenos por 10 o 15 años para rellenarlos y plantar árboles, lo cual sería un beneficio para el barrio y un pulmón para todo Campana.
¿Es una etapa de retroceso la de los hornos?
N: no, al contrario. En este momento vamos a pedir la colaboración de los horneros para hacer pozos sépticos, para limpiar la basura del barrio, y muchas otras cuestiones. Porque si bien muchos hablan en contra de los hornos, ellos ahora van a trabajar para el bien del barrio.
¿Cuál es la situación respecto al agua corriente?
N: tenemos el agua comunitaria, que es un tanque que está en la esquina de la escuela y también desde la sala se provee a una buena parte de los vecinos. En un momento se destinó un dinero para hacer la red, pero el dinero no alcanzó y solo se llegó a hacer media. Mucha gente se quedó sin agua.
¿Es Las Praderas una muestra del contraste de Campana? Lo pregunto en el sentido de la presencia de un barrio con tantas necesidades junto a un country y, por otro lado, un polo industrial que genera mucho dinero.
N: ante todo le voy a decir, entre nosotros, que mi relación con la gente del country no es buena. Tal vez he arrastrado cuestiones anteriores, tal vez he conocido la época de los militares, en la que estaban todos acá adentro… entonces uno ha puesto una distancia, porque conoce. No obstante, el country ayudó a la escuela y a la iglesia. Fuera de las cuestiones personales, la opulencia del country no nos afecta, porque nos dan trabajo. Las necesidades son muchas, pero ha mejorado el aspecto de nuestras viviendas y las maneras de vivir.

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